jueves, 30 de agosto de 2007

Manuel Domingo Pantigoso - Ultraorbicismo Holístico

Vida, cromatismo y ritmo del arte en un notable pintor


Manuel Domingo Pantigoso (1901-1991) el pintor arequipeño; pinta en Cuzco, Lima y Europa. Amigo de escritores y poetas antes que pintores, transcribió al óleo los versos. Fue un autodidacta y con un tenaz trabajo y vigoroso genio, triunfó en La Paz, Montevideo, Buenos Aires y París. Y ahora y para siempre, en el Perú. Se trata de un pintor independiente, vale decir individual y único. No tuvo maestros ni discípulos directos. Su auténtica creación permanece, por encima de épocas y tendencias, para el goce estético de todo aquel, que en el arte halle un propósito en la vida.

En cuanto comencé a sentir el encanto y la belleza de la naturaleza-casi un niño-ya no soltaría el papel y los colores de la acuarela. Las mañanitas de sol eran mi preferencia; las tardes con el sol dorado y rojo. El amarillo fue y es mi color. Luego llego la témpera y el óleo, pero mientras los delicados tonos inundaban la acuarela, en el óleo encontré lo violento, todas las audacias. Los contrastes eran y son mis aliados. En el óleo siempre gusté de los grandes espacios: lo mural pero simple, sintético, pocas figuras para no perder la belleza del conjunto y para estar por encima de lo anecdótico. M.D.P

La pintura de Manuel Domingo Pantigoso es representativa de la alta estirpe artística que privilegia al mundo de la creación pictórica. Su pasión, originada en su infancia a manera de un deslumbramiento y una revelación, lo acompañará como un ángel los largos noventa años de su vida. Preeminentemente visual, su don sin embargo, despierta en él los ecos armónicos de la música en sus colores, la ciencia en su perceptiva observación de la naturaleza y la clarividencia en su culto a la luz, como un vértigo expresado en la espiral de oro que se desprende de su corazón de hombre a lo universal. Visión expresada en sus códigos personales y en su adhesión a las propuestas ultraórbicas. Imposible, no obstante, encasillar al artista en los preceptos ideológicos con los que su pintura coincide. Su alma responde primigeniamente a sus raíces, precediendo a las elaboraciones culturales en torno a su creación.

Con la incomparable pasión de un autodidacta, Manuel Domingo Pantigoso, ha de recoger en su peregrinaje al sur del continente y a Europa los ecos imperecederos de los grandes hombres afines a su espíritu. Cristo, Moisés, Miguel Ángel, Beethoven, se ven retratados en sus lienzos junto a las nobles imágenes de la negritud en la ciudad de Lima, intercalados en el tiempo alrededor del cenit de su inspiración en el altiplano.

En su pintura de temática variada y en su estética innovadora, este gran creador de visiones inagotables formaliza las categorías míticas y rituales del “ultraorbicismo” en la vida y el arte. Esta vanguardia indianista o andinista, independiente del indigenismo, surgió en las primeras décadas del siglo XX, para expresar el esencial enlace del ser del hombre con la retroactividad del cosmos. Unificando y estilizando armoniosamente lo nacional y lo universal, lo natural y lo humano, lo estático y lo dinámico, la visualidad y el ensimismamiento, lo decorativo antiguo y lo gráfico moderno, su obra amalgama lo más hondo del carácter holístico, metafísico y circular de la cosmovisión andina, con la expresión vital y la síntesis sugestiva y trascendente de los elementos pictóricos, en especial los espaciales y cromáticos. En la raíz y estructura de su estilo inconfundible, Pantigoso, “El poeta del color”, une en el pincel y la luz que lo sustenta, el clima, el carácter psicológico, la visión y el sentimiento de su pensamiento artístico, agitado por un ritmo y timbres delicados, que se unen al unísono.

La universidad Ricardo Palma y el museo Pedro de Osma rinden homenaje a Manuel Domingo Pantigoso. La exposición en el centro cultural Ccori Wasi (Miraflores) será hasta el nueve de septiembre. A continuación algo de la muestra tomada por mi propio lente.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Admirable la calidad y belleza de sus obras ..pero cabe recordar a su maestro don Jose G. Alvarez (Arequipa 1856 - Arequipa 1942)proceder y fundador de la escuela de arte en arequipa.
Arequipa va a realizar el homenaje correspondiente en unos meses, es decir hacer justicia y reconocer a Don Jose G. Alvarez, ya que él es realmente el padre de la pintura arequipeña.