"Lo único mejor que la música, es hablar de música"
Gabriel García Márquez.
Gabriel García Márquez.
Gabriel García Márquez cumplió 80 años y el mundo celebra este gran acontecimiento. El novelista y Premio Nobel de Literatura (1982) es un amante de la música, especialmente la cubana. A través de muchos años he seguido lo más cerca posible esta afición suya. El escritor colombiano vino a Cuba por primera vez el 18 de enero de 1959, con los albores de la Revolución, y quedó estupefacto con la vida festiva del país.
"Aquello daba la impresión de una pachanga fenomenal que tenía fundamento en la realidad. Todos los intelectuales de aquel tiempo sabían que Cuba había sido la colonia más culta de España, la única culta de verdad, de tradición de tertulias literarias. De folletines radiales, de música sensacional y de una intelectualidad a la altura de Lezama Lima, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y Fernando Ortiz, entre muchos otros".
Desde aquella primera vez se incrementó el interés del periodista por adentrarse en un mundo musical que va más allá del disco, se inserta en los rincones donde se crea frente al público: salones de bailes, clubs, cabarets, teatros, fiestas. En aquel entonces las fiestas en Cuba eran interminables, herencia que provenía desde la colonia.
La vocación de Gabo por la música le viene de su padre que tocaba muy bien el violín en las fiestas y serenatas. Las novelas del colombiano se parecen a un vallenato, otras a un bolero. "Descubrí el milagro de que todo lo que suena es música, autos de las calles, claxon, vocerío...todo".
Muchos no saben que el escritor se ganó la vida, en los años 50 cantando en cafés parisinos, cuando se respiraban en el aire las canciones de Georges Brassens (1921-1981). "Canté profesionalmente para sobrevivir, en el night club L´Scala, para ganar algo con la interpretación de canciones mexicanas, me pagaban un dólar. Por cierto, existe una grabación a dos voces con el novelista Carlos Fuentes". Gabo es amigo íntimo de músicos y cantantes, muchos de quienes, cuando visitan México, se hospedan en su casa.
"Cuando estoy con mis amigos íntimos no hay nada que me guste más que hablar de música. Soy un melómano empedernido, siempre digo mi lema. Lo único mejor que la música, es hablar de música. Sigo creyendo que es la pura verdad.
"He escuchando tanta música como he logrado conseguir. En las discotecas de New York he comprado discos caribeños que no se encuentran en ningún lugar. En México, cuando escribía Cien años de soledad, gastaba los discos de los Beatles, que escuchaba para estimularme. La apoteosis de la nostalgia de la década prodigiosa.
"Finalmente Cien años de soledad no es más que un vallenato de 450 páginas, realmente es eso. Los músicos andariegos llevaban los vallenatos que eran testimonios de acontecimientos que me dio la idea de este libro".
El bolero y la balada son algo muy querido para Gabo, quien en 1985 reveló a la revista Opina de La Habana: "el bolero expresa sentimientos y situaciones que a mí me conmueven y que se que a muchísima gente de mi generación la conmovió. "Un bolero puede hacer que los enamorados se quieran más y a mi eso me basta para querer hacer un bolero. Lograr que los enamorados se quieran más, aunque sea un momentico, es culturalmente importante es revolucionario.
El bolero y la balada son algo muy querido para Gabo, quien en 1985 reveló a la revista Opina de La Habana: "el bolero expresa sentimientos y situaciones que a mí me conmueven y que se que a muchísima gente de mi generación la conmovió. "Un bolero puede hacer que los enamorados se quieran más y a mi eso me basta para querer hacer un bolero. Lograr que los enamorados se quieran más, aunque sea un momentico, es culturalmente importante es revolucionario.
"La balada española, de la década prodigiosa, es hecha a la medida, son extraordinarias piezas poéticas que se oyen en todas partes, se las sueltas a cualquier intelectual y no tiene la menor idea de quienes son. "De la calidad de esas letras no hay ninguna duda, y sobre todo creo que yo tengo suficiente autoridad para decirlo. Las melodías resisten el paso del tiempo ante toda clase de transformaciones y tratamientos".
Para concluir, pregunté en ese último encuentro con Gabo: ¿Ahora trabaja o escribe?
"Ya no trabajo con el objetivo pecuniario, sino por el placer y el deber de escribir. El escritor no debe parar nunca, porque quizás no vuelva a escribir otra vez.".
Entrevista a Gabriel García Márquez, colaborador de "Prensa Latina"
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