viernes, 15 de junio de 2007
-El Retrato Oval-¿Es el arte el reflejo del amor mas puro, o es acaso el amor lo que succiona el arte cual mortífero vampiro?
"A veces podemos pasarnos
años sin vivir en absoluto, y
de pronto toda nuestra vida
se concentra en un solo instante".
Oscar wilde
El Retrato Oval
Habiendo hecho refugio en aquel castillo
improvisado, embebido en sueños y quimeras
fantasmales, hube dejado a las bacantes,
y declinado el banquete.
La noche cómplice de ardides y mofas de los
vivos indujo en mí, medio herido del alma y del
cuerpo, con ulterior fuerza a hacer el camino
hacia mi pieza, eche a andar los pies entonces
por la fría piedra a la alta torre, miráronme los
ojos del castillo, con ojos de león o de demonio,
de ambos tal vez, exaltados, como en el acto
de una cópula infernal.
Atroces bramidos dejaban desgarrar las olas de
azul y plata, y arremetían brutalmente los
peñascos de obsidiana, con la fuerza y el horror
¡Con que el enterrado vivo rasga el ataúd!
Habiendo caminado de seguro, bajo alguna
suerte de hipnosis espectral, hice la entrada por
fin a mi ansiada habitación, deje caer las botas
mancillando el blanco virginal de aquella
inmaculada alfombra, despójose mi cuerpo del
húmedo y pesado saco, y cerrando las ventanas
al gusano helado que enfermaba la recámara,
dispuse de un antiguo tomo de perdida ciencia.
Una vez hube descansado el cuerpo sobre
aquella cama de olvidadas noches,
y habiéndome enredado entre las sabanas y la
voluptuosidad que respiraba de sus crímenes
antiguos.
Como salidas de algún vértice espacial, percibió
mi psiquis estentóreas melodías, difusos acordes
fuéronse tornándose cada vez más claros, sin
duda era la lira del querido Orfeo decidida a
llevarme a los oscuros dominios de Hipnos, y
era mi psiquis la Eurídice en el hades dispuesta
a no voltear.
Pero hube de notar al momento de entregarme a
los placeres indecibles del ensueño, guiado por
la luz de un candelabro, en la más imperceptible
ubicación, el retrato de una joven clavado en la pared.
Era una joven de belleza parnasiana, pintada por
el trazo, sin duda, de algún onírico pintor, la
expresión antigua y solemne con ojos del inicio
de los tiempos, el cabello negro y lacio de
faraónica beldad, la piel de blancura fantasmal,
cual niebla sobre el lago en el mes de la
humedad, era sin duda una niña haciéndose
mujer de, belleza inmortal, el marco oval de
escasos arabescos y el conjunto todo,
imprímanle la vida misma a aquel retrato oval.
Mi inquietud, corto con un puñal entonces las
somníferas notas de Orfeo, que tejidas como
seda de mortal araña inducían en mi ser al sopor
más profundo, hubiera sido absurda toda lógica
comparativa entre el retrato oval y el resto de
pinturas, que parecían transitar entre la tierra y
el hades, ni vivas ni muertas, pero de olvidados
nombres, hube de encontrar entonces el antiguo
libro descriptivo de las obras, en esta
improvisada habitación en alta torre enclavada.
Busqué enseguida entonces, con la ansiedad de
quien comete un crimen, la descripción
correspondiente a aquel retrato oval:
-“Era una doncella de singularísima belleza,
delicada como un siervo y amante de cada cosa
en este mundo. Pero funesta la hora en que vio,
amó y se casó con el pintor, que había celebrado
su himeneo con el arte.
Y estuvo sentada ella dócilmente en la sombría
y elevada cámara de la torre, donde la luz caía
sobre el lienzo solo desde arriba, pero el pintor,
hombre apasionado y vehemente, tomo suma
atención a su obra, hallaba un férvido y
abrasador deleite en su tarea.
Mientras se negaba a ver como los colores que
esparcía en el lienzo eran arrancados de las
mejillas de aquella flor viva que tanto amó.
Quedaba poco por hacer, una última pincelada
en los ojos y en los labios y el espíritu de la
doncella vaciló como la llama en la concavidad
de alguna lámpara nocturna.
Y esgrimida fue entonces la pincelada final,
contemplando la obra consumada el arrobado
pintor, tembloroso y pálido se oyó gritando a
viva voz: ¡Esto es realmente la vida misma!,
volvió súbitamente los ojos hacia su amada:
- ¡Estaba muerta!”-
R.R
(Basado en el cuento “El Retrato Oval” de Edgar Allan Poe)
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